Un aumento del volumen o de la frecuencia del hábito intestinal con heces de consistencia líquida o semilíquida.
La diarrea es un síntoma común en múltiples enfermedades y uno de los motivos de consulta médica más frecuente.
Un aumento del volumen o de la frecuencia del hábito intestinal con heces de consistencia líquida o semilíquida.
La diarrea es un síntoma común en múltiples enfermedades y uno de los motivos de consulta médica más frecuente.
Las causas más frecuentes de diarrea aguda son las infecciosas, es decir, producidas por virus, bacterias, parásitos u hongos. Es lo que se conoce como gastroenteritis aguda. Entre las causas no infecciosas encontramos el consumo de fármacos (por ejemplo antibióticos), transgresiones alimentarias, quimioterapia, radioterapia, intolerancias alimentarias y algunas enfermedades digestivas (como la apendicitis).
Las causas de la diarrea crónica son muy numerosas y engloban a muchas enfermedades digestivas como la enfermedad de Crohn y la enfermedad celiaca, enfermedades pancreáticas, enfermedades autoinmunes, enfermedades neurológicas, enfermedades de la glándula tiroides (hipertiroidismo) y abuso de laxantes, entre otras.
La diarrea es un síntoma fácilmente identificable por cualquier persona. Existe un aumento en el número de deposiciones y según la enfermedad causante puede acompañarse de fiebre, vómitos, dolor abdominal, ardor peri anal, sensación de tenesmo, hinchazón, meteorismo o emisión de sangre, moco o pus junto a las heces.
En la diarrea aguda el cuadro es de inicio brusco y suele tener una duración entre 3-7 días. Hay que prestar especial atención a los denominados pacientes de riesgo en los que la atención y la vigilancia médica debe ser más estrecha como los ancianos, bebés, niños, enfermos crónicos e inmunodeprimidos.
La complicación más frecuente de la diarrea es la deshidratación producida por la excesiva pérdida de líquidos y electrolitos que puede conducir a un estado denominado de shock (colapso circulatorio por la falta de líquidos) que requiere tratamiento urgente con líquidos y reposición progresiva de electrolitos.
Según su duración se clasifica en diarrea aguda (duración menor de 4 semanas) o crónica (cuando se prolonga más de 4 semanas).
La diarrea aguda no requiere más pruebas que los síntomas e historia clínica. En los casos que el médico considere pertinente puede indicarse un cultivo de las heces (coprocultivo) para descartar determinadas infecciones, un análisis de sangre y una radiografía de abdomen.
Se debe realizar además un examen físico del paciente para determinar si existen signos de deshidratación o cualquier síntoma alarmante. En la diarrea crónica el estudio de su causa requiere de otras exploraciones complementarias. El diagnóstico ha de incluir una historia clínica detallada, el examen físico del paciente, pruebas de laboratorio y otras exploraciones complementarias dirigidas a conocer la enfermedad de base.
Se pueden requerir las siguientes pruebas:
Hemograma, hormonas tiroideas, electrolitos en sangre y marcadores de enfermedades inflamatorias.
Coprocultivo para el estudio de agentes infecciosos en heces.
Colonoscopia, gastroscopia y toma de biopsias (muestras de tejido intestinal) que permiten el estudio mediante visión directa del tubo digestivo.
Enema opaco y ecografía abdominal.
Pruebas para descartar intolerancia a ciertos productos (como fructosa, lactosa y sorbitol) y test de mal absorción.
Manometría rectal para descartar mal funcionamiento del esfínter (músculo) rectal, sobre todo en casos de incontinencia anal importante.
En la diarrea aguda el tratamiento tiene como objetivo proporcionar una ingesta adecuada de líquidos y electrólitos. La rehidratación se basa en la restitución de la cantidad de agua, glucosa y electrolitos que se pierden a causa de la diarrea y es la primera medida a poner en marcha una vez diagnosticada.
Existen diferentes fórmulas de rehidratación oral de venta en farmacias. En casos de deshidratación grave se puede requerir el ingreso hospitalario y la administración intravenosa de fluidos.
En casos leves es suficiente la rehidratación oral con líquidos (suero oral, bebidas para deportistas que son ricas en electrolitos ), bebiendo en pequeñas cantidades, de forma continua. Se aconseja no tomar alimentos sólidos durante 12 horas aproximadamente y cuando se mejore iniciar una dieta suave. Los alimentos prohibidos durante la diarrea incluyen: guisos, fritos, embutidos y grasas, fibra vegetal, dulces, leche, café y zumo de naranja.
En algunos tipos de diarrea aguda infecciosas (bacterias, parásitos) está indicado el tratamiento antibiótico.
En los casos de diarrea crónica el tratamiento dependerá de la enfermedad de base que la provoca. Se pueden requerir antibióticos, dietas especiales y suplementos nutricionales, corticoides, inmunosupresores e incluso tratamiento quirúrgico (especialmente si existen complicaciones). Además durante los episodios de diarrea se ha de realizar la rehidratación adecuada.
La mayoría de las diarreas agudas de causa infecciosa se transmiten por la falta de higiene. Para su prevención se recomienda una adecuada manipulación de los alimentos, lavado de las manos después de usar el baño y sólo beber agua debidamente embotellada en las zonas en las que exista riesgo de infección.
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